Distinguido por su versatilidad en la cocina, el Queso Blanco se ha ganado un lugar en la mesa de los hogares colombianos, pues es altamente nutritivo, rico en proteínas, vitaminas A y E, calcio y fósforo. Además, su frescura, sabor neutro y textura suave se roban el corazón de todos los que lo prueban.
En las mañanas, por ejemplo, es común encontrarlo sobre la arepa, el pan o las tostadas, porque su frescura contrasta a la perfección con bebidas calientes como el agua de panela, el café con leche o el chocolate. A la hora del almuerzo, es infaltable en los diferentes tipos de ensaladas y sándwiches, y en las tardes vuelve a presentarse como ingrediente fundamental en la preparación de buñuelos, almojábanas, tortas y postres deliciosos como el famoso plátano maduro con queso y bocadillo de guayaba.
De origen español, el queso blanco se empezó a producirse en el territorio nacional a finales del siglo XIV, cuando los conquistadores trajeron los primeros animales y las técnicas de preparación de varios alimentos; conocimientos que aprendieron rápidamente los indígenas.
Este queso es fresco, de pasta blanca, consistencia firme, es considerado un queso blando que retiene gran parte del suero. Es necesario elaborarlo con leche pasteurizada, pues no pasa por un proceso de maduración y su vida útil es tan sólo de 30 días.